
Historias de hospital
Me llamo Vivian. Tengo 27 años, estoy casada hace 4 años. Soy de piel trigueña, cabello castaño y ojos color miel. Tengo una buena genética, de mi padre heredé la altura, 1,79, de mi madre un culo firme.
Soy enfermera y tengo mucho que contar, no se imaginan las cosas que pasan en un hospital. En esta ocasión les contaré algo que me ocurrió con un paciente.
Era un tipo adinerado de unos 40 años al que le habÃan descubierto un cáncer terminal. Le quedaban un par de meses. Estaba a unos dÃas de salir para su casa a terminar sus dÃas en compañÃa de sus seres queridos. Me asignaron sus cuidados la última semana de su estancia en la clÃnica.
La primera vez que lo vi fui a cambiarle unos lÃquidos por intravenosa.
-Wow, por fin una enfermera como las de los videos - dijo. Lo ignoré.
-Buenas tardes señor, me llamo Vivian y estaré encargada de sus cuidados por esta semana. Cualquier cosa que necesite no dude en decirme
-Vivian… eres muy bella... me agradas
Cada vez que entraba a esa habitación el tipo se deshacÃa en halagos para conmigo.
-¿Eres casada? - Preguntó
-SÃ, lo soy
-Es un hombre afortunado
-jejeje creo que sÃ
Entré un dÃa de noche. Lo encontré llorando.
-¿Está bien? - Pregunté.
-No… es el final… toda mi vida haciendo fortuna, trabajando, descuidando a mi familia… y ¿Para qué? Al final no queda nada - Dijo.
-Algo debió haber aprovechado con toda esa fortuna que hizo… imagino - Dije tratando de buscarle el lado positivo.
-Bueno… ahora se siente superfluo, pero si algo logré con mi fortuna fue disfrutar de las mujeres más bellas. Ninguna se resiste a los lujos
-Ya veo
-Todos tienen un precio Vivian… el dueño del hospital, el presidente, yo… tú
-No todos tienen un precio señor
-Te lo puedo probar
-¿Como?
-La única emoción que he tenido en estos meses has sido tú, eres hermosa, eres agradable
-Gracias señor
-Quisiera ofrecerte algo… una última jugada para hacer valer toda esa fortuna que hice en mi vida
-¿Ofrecerme que?
Me miró fijamente.
-Vivian. Quiero coger contigo… el último polvo con una hermosa mujer - Dijo.
-Señor no sea irrespetuoso
-No trato de serlo. ¿Cuánto quieres?
Salà de la habitación. Era el turno de noche, no tenÃa que volver a ver a ese hombre hasta el otro dÃa. Inicialmente me sentà ofendida, yo no era una puta. Pero después de unas horas empecé a revisar el contexto y se me abrieron las agallas. Yo no habÃa sido una persona muy moralista, le habÃa sido infiel a mi esposo dos veces, cosas de una noche, no me involucraba, y aquel trato parecÃa provechoso. ¿Cuánto valÃa yo? Era solo un polvo… él no era feo ni desagradable… ¿Cuánto podrÃa pedir? Nadie lo sabrÃa.
Al otro dÃa en la mañana entré a la habitación.
-¿Lo has pensado? ¿Cual es tu número? - Me dijo.
Lo ignoré y salÃ. Lo pensé todo el dÃa, sabÃa que entrarÃa de nuevo en la noche. Me armé de valor y de codicia. Cuando entré estaba dormido. Empecé a hacer mi rutina y repentinamente una mano sujetó mi muñeca. Se habÃa despertado.
-¿Lo has pensado? - dijo.
-SÃ… mucho
-¿Cuánto?
-10 mil dólares - Dije mirándolo fijamente.
-Está bien. Ponle seguro a la puerta
SabÃa que no vendrÃa nadie por un par de horas. Puse seguro a la puerta.
-El dinero primero - dije.
-jum… negociante, dame un número de cuenta. Pero escuchame… quiero todo el paquete
-¿Que es todo el paquete?
-Mamada, vagina y culo… y me vengo en tu boca… y te la tragas
-Nada que no haya hecho antes
El dinero llegó, nunca habÃa visto tanto dinero en mi cuenta. Me incliné sobre el, retiré la sábana, le alcé la bata hasta el pecho y le agarré la verga. Me la llevé a la boca y jugueteé con mi lengua sintiendo como empezaba a erguirse. Su mano se apoyó en la parte trasera de mi cráneo y cuando su verga estuvo tiesa me empujó hacia él hundiendo todo su trozo hasta mi garganta. Hice una arcada y tosÃ. Él sonrió.
Seguimos asà por un rato. Me pidió que me desnudara. Mi panty no combinaba con mi brasier, no iba preparada. Igual me hizo quitar eso también. Como pudo se puso de pie y me empujó en la cama.
-Ponte boca abajo y sube el culo - me ordenó.
-shhh habla suave - le dije.
Me penetró por el coño. No lo voy a negar, me gustó, era una verga gruesa, la sentÃa toda, me mojé mucho. Mordà el colchón para no dejar salir algún gemido sonoro.
-¿Lo ves? todos tenemos un precio - Me dijo mientras me follaba.
-¿Te parece que valgo lo que te pedÃ? - Le dije.
-Cada centavo hermosa, cada centavo
Me hizo acostar boca arriba en la cama y llevó mi cabeza hasta el borde de la cama. Quedé mirando boca abajo. Se puso frente a mà y puso su verga dentro de mi boca. Me empezó a follar por la boca. Su verga entraba hasta mi garganta provocándome arcadas, la saliva brotaba como rÃos sobre mi cara mojando mi pelo.
¿Cómo me sentÃa? increÃble, me encantó. No solo me sentÃa putisima con que me estuvieran pagando por follar, ese hombre otrora poderoso y ahora moribundo se adueñaba de mÃ, me ultrajaba en cada movimiento.
Me puso en cuatro y encajó tres dedos dentro de mÃ. El Ãndice y el anular por mi coño y el dedo gordo por mi ano e hizo una especie de candado dentro de mÃ. Sujetó mi cabello y lo jaló hacia atrás, mi espalda tocó su lÃmite al arquearse.
Como lo prometió también me penetró por el culo. Para mà era práctica normal con mi esposo asà que no era un misterio, pero su verga gruesa me abrió el culo como nunca antes me lo habÃan abierto. Me la encajó toda, pude sentir sus bolas aprontándose contra mis nalgas.
Yo no decÃa nada, no podÃa hacer ruido, pero de haber podido hacerlo hubiera gritado “papi que delicia reviéntame toda que soy tu puta”.
Le ensucié la verga de mierda. Tuvimos que ir al baño y me ordenó que lo limpiara. Dentro de la ducha habÃa un silla para los enfermos, él se sentó ahà y me puso de rodillas frente a él. Tomó mi cabello y bruscamente me introdujo su verga en la boca, otra vez hasta la garganta.
-Me voy a venir, te lo tienes que tragar todo ¿ok? - Dijo.
-SÃ - dije tÃmidamente… harÃa lo que me pidiera.
Descargó una buena cantidad de semen agrio dentro de mi boca. Tuve que pasarlo en tres tragos, no derramé una gota. Me quedé ahà arrodillada, increÃblemente mojada y excitada, casi en trance. Él se puso de pie, agarró su verga ya flácida y empezó a mear. Su meado caliente me cayó en la cara, dentro de la boca, en el pelo, y rodó cuerpo abajo. No era parte del trato, pero no pude oponerme.
-Báñate y sal de aquà - me dijo.
Abrà la ducha y el agua me limpió, me puse el uniforme de enfermera y caminé hacia la puerta.
-Vivian… - dijo él.
-Señor…
-10.000 dólares si lo hacemos otra vez mañana
Aquello ocurrió un martes. El tipo se fue del hospital a morir en su casa el sábado. Me dio 40.000 dólares por cuatro increÃbles polvos. Que Dios lo tenga en su gloria.
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