
A metros de su novio
Como ya he contado en varios relatos, yo tenÃa una amante que se llamaba Gina. TenÃamos una conexión muy fuerte y un sistema muy sólido también para realizar nuestras aventuras. Con las horas del trabajo como aliadas hacÃamos de todo en un motel cercano, vivÃamos un idilio prohibido.
Gina tenÃa un novio, su único novio de toda la vida y el único que, aparte de mi, gozaba de su duro y menudo cuerpo. Era un buen tipo y solÃamos salir con él en grupo a cualquier actividad social. Yo no sentÃa ningún tipo de culpa pero si era un poco raro cruzar palabras y risas con él mientras durante la semana habÃa soltado largas descargas de semen espeso dentro de la boca de su novia. A veces hablando con él se me venÃan recuerdos puntuales de los últimos encuentros con Gina, cuando le metÃa dos dedos por el culo, cuando le ponÃa la correa de perro y la hacÃa caminar en cuatro patas por todo el cuarto.
Era viernes y un grupo numeroso del trabajo decidió ir al apartamento de uno de los compañeros. El tipo habÃa puesto su nuevo sitio a disposición de todos para pasar el rato y tras un par de cervezas avanzamos caminando hacia allá. Éramos como ocho personas entre quienes estaban, Luis y Verónica, que eran novios, Gina y su novio, el dueño del apartamento, yo y otro par que no recuerdo muy bien.
Al llegar encontramos un sitio no muy acogedor para el número de personas. El apartamento contaba apenas con dos espacios. En un espacio estaba la cama, una cocina, un área de lavado y el otro espacio era un baño. Nos sentamos en la cama y empezamos a tomar cerveza y a charlar.
Se habÃa vuelto normal tener al novio de Gina en aquellas reuniones asà que actuábamos con total naturalidad mientras el alcohol iba haciendo efecto. El dueño del apartamento amaba los videojuegos. Lo más lujoso de todo el sitio era una consola PlayStation 3, que para la época era lo mejor de lo mejor. Resultaba que el novio de Gina también era amante de los videojuegos asà que en cierto momento se enfrascaron en un juego de pelea y dejaron de participar en la conversación.
Yo salà por un momento del estrecho apartamento, a ver el interior del edificio. No era una construcción normal. Todos los apartamentos se situaban alrededor de un hall inmenso, tenÃa solo dos pisos pero era un espacio largo que ocupaba casi una cuadra. Nosotros estábamos en el segundo piso. A lo que salà del apartamento vi un largo corredor. En uno de los extremos habÃa un espacio particular y caminé hasta allá. Era un balcón grande con unos muebles de cuero de color café, era fresco, mucho mejor que el apartamento, asà que me quedé allÃ.
Di un par de tragos a mi cerveza mirando la calle. Sentà unos pasos y vi que Gina, Luis y Verónica venÃan hacia el balcón.
Gina llevaba una blusa blanca y una falda larga con unos estampados y una abertura que tras cada paso dejaba ver su firme muslo. Se acercaron a donde estaba yo y nos pusimos a charlar. La charla se tornó candente.
- Yo podrÃa con ustedes dos jajaja! - Dijo Gina refiriéndose a Luis y a mi.
- Estoy seguro que sà - Respondà y todos reÃmos.
Gina se fue acercando más y más a mi, un poco vÃctima del efecto de las cerveza y un poco sin importarle que Luis y Verónica se pudieran dar cuenta de que algo pasaba allÃ. Desde donde estábamos podÃamos ver el largo pasillo en donde estaba el apartamento. En el apartamento estaba el novio de Gina y nuestro anfitrión atacando los controles del PlayStation.
Di una rápida mirada por el pasillo, no vi a nadie venir, miré a Gina que me sonreÃa y planté mi boca sobre la suya. Me respondió y nos besamos en frente de Luis y Verónica. Ellos ya sabÃan que algo pasaba allà pero no dejaron de expresar su sorpresa por la situación.
A partir de ese momento fueron cómplices. Gina y yo nos besabamos ebrios a pocos metros de su novio que estaba jugando videojuegos mientras Luis y Verónica se besaban también. Pronto estuvimos los cuatro juntos y las manos de todos exploraron los cuerpos de los demás. Con una mano yo sujetaba una nalga de Gina mientras con la otra masajeaba un seno de Verónica. Luis agarraba la otra nalga de Gina y con la otra mano apretaba una nalga de Verónica.
Llevé a Gina al gran sillón de cuero café, ella se acostó, separó sus piernas y las levantó para dejar sus rodillas en alto y ampliar sus ángulos para mi. Metà una mano entre sus piernas, corrà su tanga e introduje dos dedos en su coño. Mi mano se empapó de sus fluidos.
Desde mi posición tenÃa vista directa al pasillo por si el novio de Gina o alguien más aparecÃa. Pero no apareció nadie. Al voltear la mirada vi que Verónica estaba en la misma posición que Gina y Luis masajeaba sus partes sobre un apretado jean. Si bien interactuaban entre ellos Luis y Verónica permanecÃan atentos a lo que hacÃamos Gina y yo. Frente a todos saqué mi mano del coño de Gina y llevé los dedos a mi boca. Viendo directamente a los ojos de Gina saboreé los jugos de su vagina húmeda.
Se hacÃa tarde y tenÃa que llegar a casa con mi chica. Como todo fue más bien un juego no tuve oportunidad de venirme asà que me fui a tomar un taxi con el pene duro. Bajé al primer piso y al salir a la calle subà la mirada para ver a Gina y a Verónica mirándome.
- ¿Lo vas a dejar ir asÃ? - Le dijo Verónica a Gina.
- Lo calenté para ella - Le respondió Gina refiriéndose a la chica que me esperaba en casa.
Llegué a mi casa a punto de explotar. Mi chica estaba acostada, dormida boca abajo, tenÃa una bata morada como pijama y se le asomaban las nalgas. Me quité la ropa y me puse en cuatro frente a su culo. Ella solÃa dormir sin ropa interior asà que no tuve obstáculo alguno, mi lengua se buscó lugar entre sus nalgas y se adentró en su ano.
Ella se levantó exaltada, me miró asustada tratando de racionalizar la situación. No dije nada, me acerqué, la besé y dirigà su cuerpo para que se pusiera en cuatro. Le metà la verga, sus nalgas grandes rebotaban contra mi tras cada empujón. No tardé mucho en venirme, ya venÃa casi listo del balcón aquel. Cuando sentà que me venÃa saqué mi falo y lo puse entre sus nalgas para contener mi lÃquido en algún lado y no hacer un desastre pero fue inútil, el primer chorro se disparó a presión y fue a reventar contra la pared, contra la almohada, contra su cabello y su pijama. Se quejó por ello y se fue a bañar mientras yo descansaba ya con la verga flácida.
- Fue tremendo lo del viernes - Le escribà a Gina el lunes en la mañana.
- SÃ, super loco, mi novio estaba ahà cerquita, que peligro - Respondió.
- No te importó mucho jajaja
- es que estaba muy arrecha, ellos mirándonos… ufff.
- Pero no terminamos como siempre, me quedó faltando más
- ufff a mi también, llegué a la casa y lo hice con mi novio pensando que eras tú
-¿Vamos al motel al medio dÃa?
-dale
Asà fue. Como siempre nos encontramos en la esquina cerca al trabajo y tomamos un taxi con dirección al motel de siempre. Nos bajamos del taxi y pedimos una habitación sencilla. Nos dieron una habitación lejana, supongo que fue porque estaban limpiando las otras habitaciones, si bien el medio dÃa es un momento estratégico para las parejas furtivas no es una hora muy frecuentada. En el camino yo iba tocándole el culo a Gina, ella juguetona me quitaba la mano.
Su teléfono sonó y paró en seco. Estando detrás de ella pude ver la pantalla del móvil, era su novio.
-Tengo que contestar - Me dijo.
-Contesta - le dije.
Abrà la puerta de la habitación mientras Gina contestaba su teléfono.
-Hola baby - Dijo.
-…
-SÃ, estoy comprando una blusa en el centro comercial
-…
-no, como se te ocurre
…
- Si ahora que llegue almuerzo
Su novio no querÃa colgar. Ya yo me habÃa quitado la ropa en completo silencio y ella seguÃa de pie junto a la puerta manejando la situación. Me acerqué y empecé a tocarla. Suspiró. Se dio cuenta de lo que habÃa hecho y me empujó para que me alejara. Yo insistÃ. Bajé su pantalón y le hice darse vuelta, su cabeza quedó pegada a la puerta. Llevaba una tanga tipo hilo de color negro, lo corrà y empecé a mamarle el culo.
Por un espejo al costado podÃa ver como apretaba la cara mientras seguÃa hablando con su novio.
- Si mi amor
- …
- SÃ, este sábado con tu mamá
- …
- Dale, chao
Por fin colgó y lo siguiente fue quitarse la ropa, se arrodilló, sujetó su pelo en una moña y empezó a comerse mi verga. La llevé a la cama para continuar en aquello. Encima de la cama habÃa un espejo gigante. Me acosté boca arriba y Gina se puso en cuatro frente a mi verga. PodÃa ver en el espejo el movimiento de su cabeza, su espalda arqueada y sus nalgas duras, le pedà que las moviera un poco.
Tiramos como siempre, compenetrados. Pasada una hora terminamos. Nos bañamos, nos vestimos y volvimos al trabajo. Me bajé del taxi una cuadra antes para llegar con cierta diferencia de tiempo y evitar sospechas de algún curioso. El método funcionaba.
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