
Mi esposa, su amiga y una noche de alcohol
Esta es una historia real. La escribo porque la recuerdo como uno de los momentos más excitantes que he vivido con mi esposa, algo que deseaba, pero nunca creà que pudiera pasar. No recuerdo todos los detalles, el alcohol es el protagonista en este relato, de no ser por él esto no pasarÃa de ser una fantasÃa y nada más, fue una noche loca de mentes nubladas.
Cecilia y yo llevamos 9 años juntos, somos bastante atrevidos a la hora el sexo, no nos guardamos nada entre nosotros, nos gusta beber y pasar largas horas haciendo las locuras que se nos ocurran, juegos de roles, disfraces, sexo en la calle, videos. Una de nuestras prácticas comunes es poner porno y hablar sobre los videos, es un buen preámbulo y nos ha llevado a fantasÃas increÃbles. Cecilia es bajita y culona, tiene una cintura pequeñita y grandes tetas, el modelo de chica latina, es de piel canela y cabello castaño oscuro, aunque se lo pinta de rubio claro porque a mi me gusta asÃ.
Lo que nunca habÃa sido una práctica normal entre nosotros, aunque yo lo habÃa comentado en repetidas ocasiones en busca de alguna respuesta positiva, era incluir a otra persona.
Andrea era una amiga de Cecilia, tendrÃa unos 22 años, era una chica menuda, delgada, de cabello negro y piel morena clara. Ellas habÃan trabajado juntas algún tiempo y su amistad trascendió fuera de la oficina, de tanto en tanto salÃan juntas a tomar unos cócteles y a charlar. Para ser sincero no me gustaba mucho esa amistad, Andrea era una chica joven sin compromisos y algo libertina, temÃa que Cecilia terminara enredada en alguna idea loca, y vaya que terminó enredada.
Un viernes cualquiera llegué a casa después de haberme tomado unas cervezas con los muchachos, bastantes cervezas, serÃan como las 9 de la noche. Cecilia y Andrea habÃan salido a tomar unos cócteles y estaban ya de vuelta en nuestro apartamento tomando unas cervezas y oyendo música. La cosa estaba animada, me invitaron a bailar con ellas. Sonaba un reggaetón. Cecilia y Andrea bailaban pegadas, me acerqué por detrás de Andrea y estiré mis brazos para alcanzar a mi esposa. Nos movÃamos al ritmo de la música, mi cuerpo rozaba con Andrea y yo estaba a mil con la verga tiesa. Guardaba cierta distancia para no evidenciar mi estado, el que estuviéramos bailando pegados no significaba más que eso y no querÃa generar un momento incómodo.
Empezó a sonar un reggaetón más movido y nos separamos un poco. De un momento a otro Andrea se inclinó y posó su culo sobre mi paquete tieso. Se me para la verga mientras escribo esto al recordar cómo las nalgas de Andrea se separaron para encajar mi paquete en medio de ellas para sobármelo con un movimiento rápido, arriba, abajo, arriba, abajo, arriba, abajo, y se retiró. Vamos, no es algo anormal este tipo de cosas al bailar reggaetón, pero me dejó la idea de que algo más estaba pasando.
Siempre que estaban juntas podÃa sentir una tensión sexual entre ellas, una complicidad que me incomodaba un poco, una infidelidad es infidelidad con quien sea y la idea de que mi esposa tenÃa un amorÃo con su amiga rondaba mi mente, a la fecha Cecilia siempre me ha dicho que no pasaba nada entre ellas, pero vaya uno a saber.
En otra ocasión nos volvimos a encontrar en nuestro apartamento. Esta vez yo habÃa traÃdo un amigo que Andrea querÃa ver, le habÃa dicho a Cecilia que mi amigo le parecÃa sexy y que básicamente… querÃa acostarse con él. De nuevo, vÃctimas de los tragos, empezamos a bailar. En esta ocasión yo bailaba con Cecilia y Andrea bailaba con mi amigo. Yo no podÃa dejar de pensar en la otra vez cuando me restregó el culo sobre la verga, necesitaba saber si habÃa algo más allÃ.
Bailábamos una salsa y como es normal nos Ãbamos moviendo por toda la sala, en un momento en que el cuerpo de Andrea estuvo a mi alcance estiré mi mano y le apreté una nalga, fue algo instintivo, no me pude aguantar, después de hacerlo pensé que Andrea voltearÃa y se armarÃa un lÃo tremendo, pero no, siguió bailando con mi amigo.
Era la prueba que necesitaba, efectivamente pasaba algo más. Aproveché cada oportunidad aquella noche para apretar las nalgas de Andrea mientras bailábamos, era como si nada, después nos sentábamos a charlar entre todos o lo que fuera. Finalmente mi amigo no logró conectarse con ella y no pasó nada entre ellos. Algún tiempo después él me dirÃa que en realidad no creÃa que Andrea gustara de él, que sus motivos allà en nuestro apartamento parecÃan otros. Tal vez.
Como esta hubo varias ocasiones, hasta que pasó lo impensado, deseado por supuesto, pero impensado.
Viernes de nuevo. Cecilia y Andrea habÃan salido a tomar algo a un club en una de las calles más populares de la ciudad. Yo hacÃa parte de un grupo de amigos con los que hacÃamos eventos musicales, conciertos. Aquella noche tocaba una banda y mientras grabamos el evento nos tomábamos unas botellas de buen vino. Le habÃa prometido a Cecilia que me encontrarÃa con ella donde estuviera al terminar el concierto. Me llamaba insistentemente:
-¿A qué hora vienes amor? ven pronto -me escribÃa.
Eran las 11 de la noche cuando pude salir del evento, algo incómodo porque el sonido del evento ese dÃa habÃa sido una mierda pero activado por la botella y media de vino que me habÃa bebido solo. Tomé un taxi y me dirigà a donde estaba mi sexy esposa y su sexy amiga.
Estaba en una mesa fuera del lugar con un balde lleno de cervezas sobre la mesa. Andrea iba acompañada de un tipo cuyo nombre ni cara recuerdo muy bien. Lo cierto es que estaban bastante entonadas ya. Entré al lugar en busca del baño, el ambiente era pesado, era una disco normal pero podÃas distinguir con claridad una buena cantidad de putas y gente drogándose en los baños, no es que tenga lio con eso, cada quien en lo suyo, pero sà pensé que no querÃa que mi esposa bebiera demasiado en ese lugar, las cosas se pueden salir de control muy fácil, asà que al salir del baño les propuse a todos irnos para nuestro apartamento a continuar allÃ. Accedieron.
HabÃa un pequeño problema, en una falta completa de planeación, Cecilia habÃa llevado nuestro automóvil al lugar, yo habÃa bebido y ella estaba en un estado de excitación y de alcohol que impedÃan que tomara el volante. En otro acto de completa inconsciencia tomamos todas las cervezas y las metimos en la silla trasera del auto. Tomé el volante y empecé a conducir hacia un supermercado en donde comprarÃamos una botella de whisky, no querÃamos más cerveza.
Andrea y su amigo iban en otro automóvil siguiéndonos. Estacioné afuera del supermercado. No vi por ningún lado al auto que nos seguÃa, pensé que habÃan decidido irse, no podrÃa tocar a Andrea esa noche, pensé. Entré y compré la botella de whisky, para mi sorpresa, al volver al auto me encontré a Cecilia bailando con la música a todo volumen y a Andrea en la misma situación sentada en la silla trasera. Esta noche podré tocar a Andrea, pensé.
Resultó que su amigo se habÃa puesto algo intenso y querÃa irse con ella a un motel inmediatamente, Andrea se negó porque querÃa pasar otro rato con nosotros asà que terminaron separando caminos, todo se estaba dando.
La cosa no se dio como pensaba, al llegar al apartamento pusimos música pero no querÃan bailar, estaban sentadas, Cecilia algo eufórica cantaba y chateaba en su teléfono, Andrea estaba recostada en el sofá algo tomada. Trataba de animarlas a bailar pero básicamente me hicieron a un lado. Me servà un vaso de whisky y me senté en el balcón. Oà a Cecilia hablando a través del teléfono de Andrea con un hombre
-¡Vengan que estamos listas! -le decÃa, no vino nadie.
-Vamos a bajar a la piscina! -le dijo a Andrea.
Era como la una de la mañana, la piscina obviamente estaba cerrada a esas horas, traté de convencerla de que no bajaran pero no hubo caso, salieron y fui con ellas. Cecilia no aceptó un no como respuesta cuando el guardia de seguridad le decÃa que no era posible entrar a la piscina en ese momento, logró que el hombre cediera y les dejara entrar por un corto tiempo, yo miraba desde la puerta que daba acceso a la piscina de pie junto al guardia.
Se quitaron la ropa y quedaron en ropa interior, se tomaron de la mano y saltaron al agua. Las perdà por un momento. Me gusta pensar que se estaban besando bajo el agua pero la verdad es que no sé y nunca pregunté tampoco. Entre risas salieron, se secaron ligeramente, se pusieron la ropa y subimos al apartamento. Yo era básicamente un satélite en la situación, me sentÃa excluido, estaba algo celoso y empezaba a enojarme. Mi mujer estaba teniendo una aventura en mis narices y hacÃa como si yo no estuviera ahÃ.
Al llegar al apartamento se dirigieron al baño de nuestro cuarto para bañarse, entraron juntas, pusieron seguro a la puerta. Me quedé a pocos pasos de la puerta viento atónito la situación, oà el agua de la ducha empezar a caer. No aguanté más, toqué fuerte la puerta.
-¿Qué están haciendo? ¿Si están haciendo algo yo quiero ver? -grité.
No hubo respuesta asà que fui hasta mi cama y me senté. Pasó poco y la puerta del baño se abrió, salió primero Cecilia, venÃa con las tetas al aire, solo traÃa la panty. Detrás de ella venÃa Andrea en la misma situación, sus pequeñas tetas al aire y una tanguita rosada. Ambas tenÃan el cabello mojado y el agua corrÃa cuerpo abajo.
-Desnúdate -Me dijo Cecilia, y ahà empezó.
Cecilia empezó a besar a Andrea mientras escurrÃa su mano entre la tanga rosada de la chica, sus dedos entraron en el coño de Andrea y ella soltó un suspiro. Yo ya estaba completamente desnudo y con la verga al tope viendo la escena. De manera brusca Cecilia empujó a Andrea a la cama y le quitó la tanga, le levantó ambas piernas dejando su chocho abierto y disponible y enterró su cara entre sus piernas.
Andrea gritaba de placer. Cecilia alzaba sus dos nalgas mientras le chupaba el coño y sentà que era mi momento de incursionar, me puse detrás de mi esposa, le separé las nalgas y posé mi lengua en su ano. No tardé mucho en metérsela en el chocho. Me encanta mi esposa, es una mujer realmente atractiva, pero no voy a negar que a esta altura todas mis ansias estaban puestas en dirección a Andrea, no podÃa esperar más a penetrarla, a tocarla. Por lo pronto sostenÃa sus piernas en alto para que mi esposa pudiera seguir mamándole el coño sin obstáculos.
-Andrea, chúpasela mientras me la mete -demandó Cecilia.
Acto seguido Andrea se acomodó boca arriba bajo el triángulo que formaban las piernas de Cecilia en cuatro. Mi esposa sembró su mejilla sobre la cama, arqueó la espalda y levantó el culo. Me acerqué y besé a Andrea, puse mi verga cerca de su cara, ella abrió la boca y le encajé la cabeza de mi palo en el paladar. Su lengua se paseó por mi glande y lo saqué para junto a un delgado y largo hilo de saliva llevarle hasta la puerta del coño de Cecilia.
Empecé a darle mientras Andrea estiraba su lengua para lamerme los huevos y la base de la verga. Sin cambiar de posición giré un poco el tronco, lo suficiente para alcanzar con mi mano el coño de Andrea. Le busqué el orificio y le encajé de una dos dedos. Era un chocho delgado y amplio, se notaba que tiraba con regularidad. Le metà un dedo más y tiré hacia arriba, ella apretó sus nalgas y soltó un gemido grave.
Ambas chicas estaban bastante ebrias, lo podÃa ver en sus caras, Andrea un poco más ebria, no parecÃa del todo presente, mantenÃa sus ojos cerrados, solo gemÃa. En cierto momento Cecilia tomó la botella de whisky, ya más abajo de la mitad, y la llevó a la boca de Andrea. Le soltó un largo chorro que ella tragó como pudo, se atragantó un poco y tosió. Cecilia se empinó la botella y me la pasó, bebà un trago.
Cecilia se acostó en la cama boca arriba y levantó las piernas hacia mÃ. Me anticipé.
-Andrea, bebé chúpasela como te la chupó ella -dije
Acto seguido tuve a Andrea en cuatro frente a mi mamándole el coño a mi esposa. Ufff, lo que tanto habÃa esperado. Escupà mi mano y froté mi falo. Al igual que con mi esposa primero tomé las nalgas de Andrea y le chupé el culo, recuerdo que sus gemidos eran graves, algo guturales.
Penetré a Andrea. Me aferré a sus delgadas caderas y empecé a embestirle su amplio coño. Sus gemidos guturales aumentaron y por un momento dejó de mamarle el coño a mi esposa. En medio de lo nublada que estaba mi mente puedo recordar que Cecilia posó sus ojos en mi.
-Te estás cogiendo a otra mujer en nuestra cama -me dijo.
Cerró sus ojos y tomó la cabeza de Andrea para plantársela en el coño. Seguimos asà por un rato. Lo siguiente que recuerdo es a Andrea recostada contra una pared en un extremo de la cama. Cecilia me mamaba el coño de nuevo y yo estaba de rodillas a su lado. Acerqué mi verga a la cara de Andrea, ella la tomó con una mano y se la tragó. Como estaba a un costado mi verga entraba y chocaba contra la mejilla interna de la boca de Andrea. Tomé su mano y la puse entre mis nalgas indicando que querÃa que me metiera un dedo en el culo mientras me la chupaba.
-ufff… ¿esto te gusta? -dijo Andrea mientras empujaba su dedo Ãndice entre mis nalgas y me penetraba el culo.
Que delicia, yo estaba en éxtasis. Y pasó lo inesperado. Cecilia se levantó y mirándome con seriedad dijo… Ya no quiero compartir más, esto se acabó. Fue como si alguien hubiera activado un interruptor y todos despertamos. Le insistà un poco que querÃa seguir pero se negó rotundamente. Salà de la habitación hacia el balcón con un vaso de whisky. Cecilia me siguió y me increpó por lo que acababa de suceder con cosas como “cómo pudiste?” “eres un maldito”, “lo nuestro se acabó”.
PodÃa notar que estaba claramente ebria pero igual trataba de razonar con ella diciéndole que habÃa sido ella misma quien habÃa iniciado, y en ciertos momentos, dirigido todo, pero no habÃa argumento que le resultara válido de mi parte. Finalmente me fui a otra habitación a ver algo de porno en el móvil, yo seguÃa a mil. Las vi salir del apartamento, no sé a dónde. Pasó una media hora, ya eran casi las 4:30 de la mañana cuando recibà una llamada del vigilante del edificio pidiéndome que buscara a las dos chicas que estaban sentadas en el pequeño parque para niños del primer piso.
Bajé. Andrea lloraba y Cecilia tenÃa cara de enojo. Después sabrÃa por palabras de Cecilia que le increpó a Andrea por todo aquello, que dentro del baño mientras se bañaban después de subir de la piscina Andrea le habÃa dicho “Hagamos un trio con tu esposo”, que en medio de la locura de aquella noche ella accedió. También supe que Andrea habÃa inhalado algo de cocaÃna en el bar, Cecilia no, eso me dijo. Las tomé de la mano, las llevé al ascensor y subimos, ellas se acostaron en nuestra habitación, yo fui a otra, me dormÃ.
A la mañana siguiente ya Andrea no estaba, Cecilia vino a mi habitación y sin mediar palabra me bajó el pantalón y me la chupó. Mi esposa y yo cogimos un buen rato hasta quedar exhaustos, dormimos de nuevo. No volvà a ver nunca a Andrea, Cecilia y ella no volvieron a hablar.
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