
El ex de mi esposa y yo llenandola de placer
Parte 1
Nota: Este relato se volvió demasiado extenso, por lo que tuve que cortarlo en un punto de la historia que consideré ideal para dar culminado una parte de los hechos, y dejar el resto para un segundo relato, y que asà éste no sea excesivamente extenso. La segunda parte la estoy enviando este mismo dÃa puedes revisarlo en las publicaciones generales y en mi perfil.
Saludos a todos, hoy les quiero compartir la última experiencia que tuvimos con mi esposa en este mundo que hemos entrado, y que pareciera que se vuelve cada vez más adictivo, pero que quizás sea el hecho de que lo vivamos de manera tan esporádica lo que hace que sea tan excitante.
Se acercaba una fecha especial, el cumpleaños de mi esposa, ¿se acuerdan el relato del compañero del gym? Bueno pues desde ahÃ, no habÃamos tenido nuevamente ningún trÃo o infidelidad consentida, y entre copas y una noche de placer le pregunté a mi esposa que le parecÃa la idea de una buena sesión de sexo como ninguna otra por su cumpleaños. Mi esposa se sonrió, me respondió con un tono un poco hilarante que cual loca fantasÃa se me habÃa ocurrido ahora. Para ser honestos, en ese momento todavÃa no me habÃa planteado bien la idea de que podrÃa ser que haga que esta ocasión sea especial, en ese momento le respondà que solo querÃa saber si le era interesante la idea, y que me diera unos dÃas para pensarlo bien, y es que para todo esto, me ha sorprendido lo cautelosa que ha sido mi esposa de no repetir estos encuentros con alguno de nuestros cómplices anteriores, cuando he mencionado el tema siempre me dice que es mejor evitar algo que quizás pueda encadenar a un sentimiento o una costumbre, que astuta es en ocasiones esta mujer.
Retomando el tema, pensaba en quien podrÃa ser el candidato ideal que nos acompañe a hacer un trÃo memorable para la ocasión. Los dÃas pasaron y aún no se me venÃa nadie a la mente, y por cuestiones de trabajo de mi esposa, me comenta que se habÃa puesto en contacto con un ex de su adolescencia por un negocio, y que iba a tener que verse con él en unos dÃas, — es increÃble el poder de la mente y como ésta puede atraer las cosas. Aquel comentario vino como un detonante inmediato, el cómplice habÃa aparecido y yo estaba decidido. En aquella conversación sólo le dije a mi esposa que no habÃa ningún rollo y que luego me contara como le fue, inmediatamente recordé alguna vieja conversación que tuvimos respecto a nuestras antiguas parejas incluyendo algunos pequeños detalles superficiales sobre la intimidad, al instante recordé lo que ella me habÃa comentado en su momento, aquel chico llamado Nicolás siempre le insinuó sus ganas, que más de una vez habÃa querido llevarla a la cama, y que incluso en una ocasión se fueron de viaje con otros amigos y que ya estando en la cama, él habÃa querido pasar a más por tener unos tragos en la cabeza, pero que si bien fue cierto lo que me dijo, nunca terminó pasando porque aún era virgen en ese entonces y no se sentÃa segura por completo con el chico. Sea como fuese, surgió mi espÃritu de buen samaritano y decidà que podrÃa hacerle un favor al prójimo y brindarle a Nicolás la oportunidad de comerse ese culito que siempre quiso.
Llegó el dÃa y sin hacer insinuaciones al respecto, llegó el momento en que Carla, mi esposa habÃa quedado en reunirse con Nicolás, por lo que entendÃa se iban a reunir cerca de la casa de él, ya que iban a acordar un contrato y debÃan firmar unos documentos. Ese dÃa no pude evitar pensar que Nicolás la llevarÃa a su casa e intentarÃa follársela, todo el dÃa en mi trabajo fantaseaba en mi mente la escena y al llegar a casa me corrà una tremenda paja imaginando como mi mujer le daba el culo a Nicolás. Regresó mi esposa del trabajo y sin darme rodeos me dijo: bueno te voy a contar que pasó antes que pienses mal (si supiera lo que estaba pensando) y pues opuesto a lo que habÃa pensado me dijo que por temas de trabajo la reunión habÃa sido breve, y que más bien la habÃa invitado a tomarse un café y ponerse al tanto de sus vidas, y que, si yo no tenÃa problemas, le confirmarÃa que sà podrÃa. Disimule mis ganas de contarle que querÃa que se la coja su ex y en su defecto le respondà que no habÃa ningún inconveniente, que me parecÃa bien la idea de que se encontrara un viejo "amigo".
Dos dÃas pasaron y era el dÃa de su salida con Nicolás, se alistó y perfumó de una manera muy considerable, como cuando salimos a algo especial, aquello me llenaba de excitación, tanto que no pude aguantar más las ganas y le dije que se podÃa ir pero que antes querÃa darle una buena cogida ya que querÃa llenarla de semen, pude notar que esto también la excitó y tal como se lo vaticiné sucedió, tuvimos una corta pero fugas sesión llena de humedad y gemidos, acabé bastante, tanto que tuvo que darse nuevamente una ducha porque el semen rebosaba de su vulva escurriéndose por sus piernas, me preguntó qué porque estaba tan excitado, a lo que solo le dije que era debido a lo hermosa que estaba, reÃmos un poco, se volvió a vestir, y nos despedimos con un beso.
No le escribà nunca durante las horas que estuvo fuera de casa, mi mente fantaseaba nuevamente con la idea de que terminarÃan en algún cuarto de motel y que Carla regresarÃa llena de semen, tenÃa todas las ganas de correrme una paja, pero fui fuerte de aguantar y guardar esas ganas para el regreso de Carla, sea lo que haya pasado.
Luego de unas 5 horas Carla volvió, la plática no se hizo esperar, le pregunté cómo le habÃa ido, me contó con detalles básicos la plática de ponerse al tanto, entre esto la interrumpà y la abordé con una pregunta directa: ¿te hizo alguna insinuación Nicolás?
Esto hizo que por reacción espontánea Carla soltara una risa coqueta, me preguntó:
- a que te refieres exactamente?
- a que si quiso recordar viejos tiempos, dije yo
- pues si, no te voy a mentir, quiso besarme, y no solo una vez
- y pasó?
- pues no, no salà a serte infiel, pero él no dejó jamás de ver mis labios y mi escote
Sentà inmediatamente como se ponÃa erecta mi verga, cierto o no, me ponÃa a mil la idea de tentar al ex, y que quiera comérsela a mi esposa. Le dije que me contara que más habÃa pasado, me contó los detalles de las preguntas triviales, recalcando lo antes mencionado respecto a su mirada, y que al final lo terminó ella llevando hasta su casa ya que él no habÃa ido en carro, resultó que en su casa la habÃa invitado a pasar y tomarse unas copas, pero que le respondió que ya era tarde, y que yo la estaba esperando, finalmente, al despedirse, habÃa hecho un último intento de robarle un beso, a lo que me supo decir que sólo habÃa conseguido llegar a su mejilla, y que ahà se despidieron, pero que la invitaba a salir nuevamente.
Todo esto me tenÃa a mil, duro como un fierro, la recosté en el sofá a Carla e inmediatamente desabotoné su blusa, dejando esas hermosas tetas al descubierto, empecé a besarla por completo, con unas ganas desenfrenadas, Carla respondÃa con gemidos y suspiros, agarrando fuertemente mi trasero, mientras también me besaba, con las ganas de quien no ha besado a quien desea en semanas, y que sólo quiere ir directo al sexo, bajé directo a su vagina y le quité la tanga que llevaba puesta, estaba bien húmeda, Carla estaba muy excitada, sabÃa que no era semen la humedad que tenÃa, aunque por un momento pensé si me habrÃa mentido, pero definitivamente no lo era, lo húmedo no era solamente su panty sino el interior de su vagina, algo la habÃa excitado un millón, quizás el contarme los hechos, o quizás si fue algo más que no me terminó contando, ustedes que creen?
Sea como sea, hicimos el amor como dos locos, por lo menos bebà los jugos de su vagina por media hora, entre eso también hicimos un 69, en el cual en un par de ocasiones le pedà que se detuviera, porque querÃa penetrarla, y querÃa hacerlo con mi libido al tope, finalmente Carla no aguantó más y me montó dándome la espalda, fueron menos de 5 minutos y tanto ella como yo habÃamos acabado. Derrame todo mi semen en su interior, ni siquiera dejó que se salga mi pene y seguimos moviéndonos al ritmo que ella imponÃa por lo menos 30 minutos más, mi verga volvió a estar erecta durante este proceso, y sin que ella dejara de estar encima mÃo un solo momento, volvà a acabar, esta vez sÃ, por última vez. Conté al menos tres orgasmos de ella.
Luego de esto, recostada ella sobre mÃ, le confesé al odio: quiero cogerte entre Nicolás y yo, tengo ganas de tenerte en la cama y que tengas el pene de tu ex y de tu marido en tu boca. Me besó y me dijo que también lo querÃa, que le habÃa excitado sentirse tan deseada por un viejo amor aun después de tanto tiempo, pero que tenÃa una condición, y era que primero querÃa estar a solas con él, que si Ãbamos a hacer un trÃo juntos primero querÃa probarlo sola, ya que deseaba saber cuantas ganas realmente le guardaba, y que no serÃa lo mismo si desde la primera vez estamos juntos los tres. Aquello antes que molestarme me excitó bastante, por mi mente pasaba el hecho de que quizás eran unas ganas guardadas desde hace tanto tiempo. Haciendo una pequeña pausa, les comento que para el momento en que me casé con Carla, yo era el segundo hombre con el cual habÃa estado Ãntimamente, y que algo que varias veces habÃamos conversado era el hecho de que quizás se habÃa perdido la oportunidad de probar otras vergas, cuanto tuvimos por última vez esa conversación fue poco antes de convencer a mi esposa de hacer el primer trÃo que tuvimos, asà que mi morbo en esta ocasión se incrementaba aún más al ser alguien directo de su pasado. Retomando el tema, le dije que no tenÃa ningún problema, pero que querÃa que en lo posible lo convenza de animarse a hacer un trÃo, que le presente la idea como una fantasÃa de ella para que quizás asà suene más convincente; solo me respondió que harÃa todo lo que éste a su alcance para convencerlo, y que hasta para eso le venÃa mejor hacerlo a solas, solo acoté a su comentario un: lo que necesites hacer mamacita.
Carla se vio con Nicolás luego de un par de dÃas, aquel dÃa se vistió y arregló de una manera aún más despampanante que la vez anterior, debajo de su vestido corto llevaba un conjunto de encaje color negro exquisito, con un hilo y unas perlitas en la parte inferior, sabÃa a lo que iba, y eso era capaz de levantar hasta los muertos, y aunque tenÃa todas las ganas de cogerla en ese momento, no querÃa ser injusto y que ya no vaya con la misma excitación al encuentro con su cita, le dije que se portara mal y que la pase muy bien por los dos, y que a su retorno la iba a esperar para cogérmela también, lo cual la tentó a darme un beso bien apasionado y despedirse con un: te amo mi amor, eso espero.
No quiero entrar en detalles de su encuentro, ya que sino éste relato se volverÃa aún más extenso, pero resumo en que después de haberla recogido en donde habÃan quedado (no fue en nuestra casa por obvias razones), no perdió tiempo y la llevó directo al motel, y que luego de una hora de conversar y dar vueltas, finalmente se dedicaron a lo que habÃan ido, y que en eso se llevaron sus buenas cuatro horas aproximadas. A su regreso me la cogà con unas ganas que jamás habÃa sentido, al menos no de la manera que las sentÃ. Cuando regresó aún estaba lubricada, me dijo que lo habÃa hecho con condón, y que estaba desesperada por sentir finalmente piel a piel una verga, ella llegó preparada, y mi verga se puso firme con tan solo poner mis dedos por encima de su panty, primero bajé a su vagina, querÃa olerla y saborear sus jugos, luego Carla me quito la ropa y guio mi pene hacia su vagina, para esto ya estábamos recostados en la cama, roce mi pene entre sus labios vaginales, jugaba a vacilar en la entrada de su vulva, esto poco a poco la desesperaba más y más, de pronto me agarró firme de la cadera y me apretó contra su pelvis, acompañando está acción con una sensual voz diciéndome al oÃdo: déjalo ahÃ, no lo quites, me tuvo inmóvil por pocos minutos, sentÃa como se contraÃa su vagina y apretaba poco a poco más mi pene, estaba demasiado excitado para aguantar más tiempo, asà que terminé acabando primero ya que ya no aguantaba más las ganas, y luego ella, después de moverse hasta exprimir la última gota de mi pene cuando sintió que me vine dentro de ella, lo hicimos como mucho por 20 minutos y tanto ella como yo nos vinimos, de ahÃ, como muy pocas veces, tomó mi pene con sus manos y empezó a chuparlo, mientras con una mano tenÃa agarrado mi miembro, con la otra se tocaba su vagina, batiendo los dedos dentro de su vagina, para luego llevarlos a su boca para limpiarlos, estaba demasiada ardiente, notaba como todo la excitaba, era mas que evidente que se habÃa quedado con ganas de mas en su encuentro previo.
Hasta aquà doy por culminado los hechos del preámbulo a lo que serÃa el espectacular trÃo entre mi esposa, su ex, y yo.
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